en la
noche oscura
los
muertos acechan velando
el tiempo
ausente del olvido,
discurren
las horas en cangilones
de aguas
negras.
Es mi
elección, no la tuya
bajo la
máscara gris del infortunio
desoigo
los pasos que arrastran cadenas,
la
letanía de los tristes
desemboca
en el callejón del silencio.
No es tu
culpa ni la mía la elección echa a
ciegas
ni el
desorden que se asusta en sí mismo
aullando
por las pasiones errantes
muertas
en vida.
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