miércoles, 30 de noviembre de 2016

Sometimiento

                                  

Vivimos cada día como si fuéramos eternos

millones de seres camino del matadero

inconscientes devoradores de momentos

que consumimos en una sucesión de hechos.

 

Nos creemos artífices de nuestro destino

soberbios fabricantes de espejos

que muestran lo que queremos ver.

 

Acumulamos falsas expectativas

en el espacio intemporal de la no existencia

contemplamos como ruedan las cabezas

abatidas por la cuchilla que no alcanza nuestra yugular.

 

Todavía.

 

El absurdo comienza con el día cero de nuestra supervivencia

y se expande en oleadas por el tubo angosto que cercena la vida

estrangulando con su goteo lánguido de muerte sin herida.

 

Nos acunamos los unos a los otros en las noches de vigilia

cuando la verdad multiplica sombras y emponzoña heridas.

Latidos salvajes socavan el tiempo dormido donde tenemos que estar

para confirmar esta lucha feroz, sin sentido.

 

Si abrimos los ojos o aguzamos el oído, el ser libre que nos habita

saltará hacia el vacío para acabar con la sinrazón.

Apretado, cruel recorrido que marca nuestra eventualidad.

Seres, todos, los que habitamos la Tierra viajeros del desatino

en este transitar a oscuras ajenos a la sima que bordea el precipicio.

Es lo que toca, no hay opción.

 

El único escondrijo es dejar de pensar

cerrar los ojos, cerrar los oídos,

zambullirnos en la inconsciencia

y seguir, seguir ajenos a la realidad,

que sí o sí

acaba y se funde en el mismo principio.