Yo
soy la que se queda.
Faro
y vigía en la hondonada alta que ocupa mi casa.
Soy
la que aguarda.
La
que mantiene encendida la hoguera
la
que escruta, la que vela
la
que insomne deshoja las horas perdidas.
La
que anhelante destierra nubes de incertidumbre
la
que se obliga a continuar a pesar de la fatiga
la
que olfatea en el aire aromas marchitos.
la
que se estremece al sentir en el rostro su aliento
la
que percibe sus dedos de niebla acariciándome el pelo
la
que siente la fijeza de sus ojos sin mirada.
Elección
y destino enrollados en mi larga trenza blanca
contemplo
desde mi atalaya de asombro
la
despejada llanura donde se asienta mi casa.