¡Dios! ¡Quién pudiera
desandar lo andado!
Nada se repite, para bien o para mal
el tiempo desciende su cuchilla imparable
cortando los segundos que se van para siempre
en loca huida hacia el
ayer.
Borrosa sucesión de
hechos
girando en el carrusel
de la memoria
transitan
inmisericordes las neuronas
tejiendo su red de
rabia y de lamento
tardío, ineficaz,
inoportuno.
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