Se me ha quedado tu olor impreso en la piel
aleteando en nubecillas fragantes
que incitan al encuentro.
Has dejado tu esencia
como un receptáculo de amor
en la tarde lluviosa y gris.
Aspiro con intensidad tu aroma
buceando en la ternura del recuerdo
que alienta sonrisas.
Cierro los ojos y dejo que tu espíritu
se apodere del cuarto
que hace unos instantes te contenía.
Siento el contacto de tu mano
la caricia de tu mirada
la luz de tu alma vertida
sobre mi cara.
Has dejado tu olor como el mejor de los presentes
junto a la calidez del abrazo
y
el susurro de tu voz.
En esta tarde lluviosa, convaleciente y festiva
en
la que has venido a visitarme,
embajador
de luz, repartiendo primaveras.
A Pedro
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