No
siempre fue el silencio lo que habitó esta casa,
ni
el olor a musgo corrompiendo las paredes.
Por
sus habitaciones escalaban el temblor y la brisa
con
apremios de juventud al abordaje.
Todo
era mañana en la mirada que asaltaba fronteras
sendas
inexploradas en el azul de los mapas.
El
mundo era el camino y la ofrenda
la
puerta abierta
la
escalera que ascendía a los cielos.
No
siempre fue el silencio lo que habitó esta casa
ni
el trepidar de las máquinas rompiendo las aceras.
Por
sus estancias acampaban el amor y la locura
ceñidos
con brazos de terciopelo.
Acudían
desordenadas las sonrisas batiéndose en duelo
y
la dicha azuzaba la sombras donde recoger los besos.
El
porvenir era el armazón de un todo
puente
al infinito
el
futuro un derroche de anhelos.
No
siempre fue esta casa una callada sementera
ni
un desfile descarado de las horas.
Por
sus espacios deambulan los sonidos dispersos
poseyendo
la voluntad del tiempo.
Crecen
desenvueltas las palabras
arropadas
por las voces de los que se fueron.
El
presente es una fruta en sazón
donde
germino
donde
me expando y crezco.
Precioso!!
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