jueves, 21 de agosto de 2025

Aprendimos

 


Aprendimos a destrenzar amarres

aprendimos a desligar los lazos

aprendimos a deconstruir planes

 aprendimos a renunciar a los sueños.

 

Nuestras pieles se extrañaron

nuestros ojos, nuestros cuerpos

y aprendimos a sentarnos frente al televisor

echando de menos otras miradas.

 

Aprendimos a caminar

con las manos en los bolsillos

sin hablar, salvo, con el pensamiento.

 

Aprendimos a hacer la compra en solitario

con el único propósito de tener alimentos

dejando en los estantes lo que nos hacía felices.

 

Aprendimos a dormir a lo largo y ancho de la cama

sola, para nosotros. A no compartir ideas

a no escuchar susurrado en el oído un, buenas noches

 que descanses, mi amor, felices sueños.


Aprendimos a no abrazarnos, como nos abrazábamos

como si no hubiera un mañana, aprendimos

a escuchar el silencio vacío de palabras

escurriéndose por las paredes.

 

 Aprendimos que lo que es nuestro hoy

de golpe desaparece. Sin aviso, de un plumazo

y a cambio, pudimos leer hasta altas horas de la madrugada

 sin tener que excusarnos: termino el capítulo y apago.

  

Pudimos hacer lo que queríamos en nuestras largas horas

 vacías. Canturrear por la casa, escanciar botellas, dormir

 ver deportes y programas de entretenimiento.

 

Salir y entrar cuando nos vino en gana

sin que nadie nos marcase el horario

y andar al ritmo que se nos antojara.

  

Pudimos recuperar la libertad

pagando el precio con la moneda de la soledad.

Y nos acostumbramos, sí

no cabe duda. Nos acostumbramos.

 

En ese volar vertiginoso de la vida, una mañana

una noche, un día, en una buena hora

nos dimos cuenta de improviso

nuestro ánimo había cambiado.

 

Fuimos entonces capaces de disfrutar

 a pleno corazón de nuevo.

 

Fuimos capaces de disfrutar

 de la dicha de vivir cada minuto

 valorando lo que tenemos

 sin extrañar, nuestra cara, nuestros ojos

 nuestras vivencias, nuestros cuerpos.

 

 Con el transcurso del tiempo

y la complicidad de las horas

 aprendimos a disfrutar

 paladeando el momento.

 

Sí, no cabe duda

Aprendimos.

 

  Aprendimos a destrenzar amarres

 a desligar lazos

 a deconstruir planes

 y a cambio, descubrimos, ahítos de dicha

como forjar sueños nuevos. 

 

 


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