Miro mis manos que no me pertenecen.
En esta danza ajena
desovillan
las horas en labores cotidianas
ejecutando quehaceres
eficientes, mecánicas, leales.
Encadenan tareas
que
mi cerebro no ordena.
Independientes de mí, se deslizan
enarbolando el lápiz sobre el papel
y plasman, en
palabras, lo que el alma oculta
fieles tejedoras del entramado
que sujeta mis días.
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