Eres la bendición del cielo que arropa mis horas.
A
tu lado no existe tormenta que pueda ocultar la luz del sol.
De
tu mano ningún vendaval exaltado rompe la ligazón que entrelaza nuestras almas
dispares.
Eres
la palabra justa y medida que aplaca estridencias.
Nada
como el calor que expandes en mi cerebro en armonía con la luz del universo.
Cálido
manto protector que avienta temblores e impulsa sonrisas.
Nadie
como tú para entender el alma y contagiarse del entusiasmo precoz que vuela en
algarada.
Nadie
como tú mi amor. Nadie
A Pedro
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