a mi alrededor los niños juegan
en los bancos reposan sus años
los viejos, y una paloma, asustada
por un perro emprende el vuelo.
Tarde
de domingo amable y redonda
como
una naranja, olorosa como una
fruta
recién cogida. En las terrazas
desgranan
alegres las risas satisfechas
de
los que han comido. Taza de café.
Domingo
por la tarde, por las aceras
pasean
ilusiones los amantes y la brisa
peina
con mano de nubes los árboles.
Dormían
tranquilas las ciudades
antes
de que las bombas llegaran.
Ahora
el horror expande olas de miedo
y
desconcierto. Nada nuevo hay bajo
el
sol. Es la vieja historia repetida
en
muchos, demasiados, puntos del
Planeta.
Donde se amontonan los muertos.
Donde
la vida de los inocentes sucumbe
bajo
la metralla que invade su despertar
donde
se truncan los caminos del hoy
y
el dolor ocupa, en ríos de espanto, las calles
que se han olvidado, de que hoy, es domingo.
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