Qué felices los dos juntos
despertando
la alborada
con
el corazón contento
iluminando
la casa,
con
la sonrisa en los labios
y
la esperanza cumplida
cómplices
de la ilusión
alborotando
mañanas.
Qué
dulce la sensación,
qué
belleza en la mirada,
cuánto
contento en la brisa
que
cabalga las montañas.
El aire caracolea y enjaeza
con
su brío, cumbres serranas
bruñidas
de azul celeste
con
penachos escarlatas
que
reciben nuestros pasos
con
un trémolo de campanas
dándonos
la bienvenida
en
la pradera dorada.
Porque
los sueños se cumplen
brindo contigo en el viento
compañerito
querido,
mi
compañero del alma.
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