sin
pretender deslucir lo que la noche engendra
son
voces que me susurran en la oreja:
¡Pero
qué tontos son los hombres!
¡Pierden
el norte cuando tienen una hembra cerca!
¿Será
cosa del instinto, de hormonas, de vanidad?
Se
vuelven tan fáciles de manejar...
Cualquier
hembra con una sonrisa boba, unas buenas tetas
un
culo redondito, o unas buenas caderas
encumbradas
sobre un buen par de piernas
les
deja indefensos, manipulables como tontas marionetas.
Armas
de mujer las llaman.
¡Qué
tonto puede llegar a ser un hombre!
Aunque
su coeficiente roce los ciento cincuenta
detente
puestos de responsabilidad, ocupe cargos
administre
empresas, controle países
o
venda fruta en el mercado.
Todos,
casi sin excepción, sufren de la misma ceguera
esclavos
de sus instintos caen en la trampa
servidores sin remisión
de su entrepierna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario