Hacia
dónde dirigir los pasos, cómo retornar después del largo viaje. La piel
brillante y negra se ha vuelto cenicienta, retenidos al fondo de los ojos los
paisajes de luz. En esta noche negra no brillan las estrellas. Partió en busca
de otra vida a la ciudad de lluvia y cemento. Le cobijan unos árboles plantados
por nadie, nacidos de la simiente generosa que cabalga por el aire tras la tapia
metálica, en el solar terroso. Pasa los días solo, abatido, hace tiempo que
abandonó toda esperanza, arrastrando los pies deambula durante horas con la
mirada perdida. Nadie espera su llegada, no hay cánticos ni tambores, no hay
niños en torno a la hoguera, no hay fuego
que le caliente ni esposa batiendo la mandioca. Tan sólo su pequeño refugio
permanece. El instinto le empuja cada día a arrastrar su cuerpo tullido por los
golpes del destino. Abandonó su país en pos del sueño de la tierra donde mana
la miel. Llegó no sé cómo ni desde dónde. Cambió los amplios horizontes por la
choza de madera y cartón, oculta tras la valla de la obra que no empieza
nunca, en el solar baldío, que el tiempo y la vida han puesto a su paso entre
árboles espontáneos.
Al otro lado de la calle
tras la tapia provisional
los árboles
penachos enhiestos
suavizan con su
verdor
el entorno sombrío
donde el frío descarna
con su zarpa
de hambre
y la rabia muerde con saña
atrás quedó la tierra de palmeras
los amplios horizontes,
desierto y
arena
atrás quedaron los sueños.
En largas horas de silencio
rumias las esperanzas rotas.
¿De dónde vienes hombre gris?
(Homenaje
a José G. Cordonié y sus Baladas de Morotropium)
Yo prefiero pensar que mis pasos serán inversos. Grande vos y grande el homenajeado.
ResponderEliminarSeguro que tus pasos te llevan allá donde te propongas llegar. Gracias por tu generosidad conmigo, el homenajeado ciertamente es grande, tu también lo eres ¡Gracias Israel!
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