Cada experiencia deja su huella
quedan en nuestro bagaje
retazos de sonrisas, asomos de caricias
pequeños rincones sombreados
el rayo de luz tamizado a través de la
ventana
la silueta del gato noctámbulo
el despertar trasnochado de la aurora
la canción del agua en las acequias
el sonido monocorde de la lluvia
la voz que asalta nuestra puerta a deshora
la risa amiga, el guiño cómplice.
Imprime su estigma en la memoria el tiempo
vivido
y vuelve a nosotros en un salto
rocambolesco
pirueta mágica en las neuronas.
La insensata turbulencia de la vida queda
atrás
y a cambio nos deja la suave presencia
momentos únicos, imperecederos
atesorados por el guardián de los sueños.
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