Me pide la sangre saltar a la calle
y
balancearme al compás del aire.
Me
pide la piel que alguien la abrace
y
sentir el temblor de los ángeles.
Me
pide la vida correr a tu encuentro
y
volar libres por los horizontes nuevos.
Me
pide el corazón desterrar los miedos
esculpir
sonrisas, abarcar senderos
destruir máscaras y contemplar el rostro
limpio de estorbos, la sonrisa al viento.
Me
urge la impaciencia remontar las cumbres
escuchar
el rugir de las olas y alcanzar la playa
para enterrar en su arena los dislocados recuerdos
de este tiempo baldío donde nos han sumergido.
Con
la inquietante certidumbre de que mañana
nacerá
otro día semejante para apretar los puños
limpiar
la mente, despejar neuronas y arrancar
la
sonrisa, a dentelladas si es preciso.
Y
a pesar, a pesar de todo lo sucedido,
conservo
la imprescindible cordura de los necios.
Pero,
te juro por mi sangre, que hoy la piel me pide
saltar a la calle sin barreras ni frenos y correr libre
desnuda
en cuerpo y alma descerrajando luceros.
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