Tanto
empuje, tanta fuerza,
tanta
infinita alegría desbordada
en
cántaros de paciencia.
Tras la tormenta llega la calma,
tras la incertidumbre y el desconcierto
llega la certeza inequívoca
del algún día lo tendremos.
Se
restauran los puentes
sobre
acantilados de silencio
retornan
lo brazos amados
mostrando una vez más
que todo es posible.
La felicidad envuelve
las horas desgastadas
del invierno, por encima
del mundo se despliega
en raudo cortejo, la esperanza.
Juntos recorremos
los caminos del recuerdo
para llegar al ahora
que cimenta nuestros sueños.
A tu lado se deslizan
los días, suaves y dulces
como la sonrisa
de un niño dormido.
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