Callar
y escuchar
mi
nueva lección de vida
a
estas alturas
aprender
a cerrar los labios
y
abrir los oídos.
Frenar
el impulso
abrir
la mente en un abrazo
empaparme
de las palabras
callar
y escuchar
Algo
que todos
deberíamos
aprender.
Callar
y escuchar
mi
nueva lección de vida
a
estas alturas
aprender
a cerrar los labios
y
abrir los oídos.
Frenar
el impulso
abrir
la mente en un abrazo
empaparme
de las palabras
callar
y escuchar
Algo
que todos
deberíamos
aprender.
Lo
que los demás perciben.
lo que percibimos nosotros
la
imagen rebotada en los espejos
la
ensoñación de nuestra esencia
proyección
del yo desconocido
lo
que ven los otros.
No
siempre fue el silencio lo que habitó esta casa,
ni
el olor a musgo corrompiendo las paredes.
Por
sus habitaciones escalaban el temblor y la brisa
con
apremios de juventud al abordaje.
Todo
era mañana en la mirada que asaltaba fronteras
sendas
inexploradas en el azul de los mapas.
El
mundo era el camino y la ofrenda
la
puerta abierta
la
escalera que ascendía a los cielos.
No
siempre fue el silencio lo que habitó esta casa
ni
el trepidar de las máquinas rompiendo las aceras.
Por
sus estancias acampaban el amor y la locura
ceñidos
con brazos de terciopelo.
Acudían
desordenadas las sonrisas batiéndose en duelo
y
la dicha azuzaba la sombras donde recoger los besos.
El
porvenir era el armazón de un todo
puente
al infinito
el
futuro un derroche de anhelos.
No
siempre fue esta casa una callada sementera
ni
un desfile descarado de las horas.
Por
sus espacios deambulan los sonidos dispersos
poseyendo
la voluntad del tiempo.
Crecen
desenvueltas las palabras
arropadas
por las voces de los que se fueron.
El
presente es una fruta en sazón
donde
germino
donde
me expando y crezco.
calma.
La memoria es un puente quebradizo
que
atraviesa las neuronas,
jirones
de niebla, jinetes de luz,
fantasmales
recuerdos, cadenas de sueños.
El presente irrumpe vestido de tul
y
el mundo extiende su mirada blanca
sobre
el ahora que germina en volutas de amor.
Calma en el mundo.
calma
en la mañana de plata
calma.
Escribir
es desenterrar a los muertos
por
eso en estos días ando apuntalando luceros
no
tengo fuerzas para ahondar en la tierra
sacando
cadáveres a la luz de los sueños.
Escribir
es volcarse a sangre y fuego
sofocando
el aluvión insomne de los recuerdos.
Escribir
me arrastra al vértigo de los sin mañana
saltando
enajenada la barrera del tiempo.
Por
eso en estos días ando deshilvanada apuntalando luceros
sin
fuerzas para desenterrar lo que me abrasa por dentro
escarbo
en la nada y me adentro, naufrago en el mar
dejándome
llevar, a la deriva, desdibujada, en silencio.
por
lo que tú no puedes
por
lo que no te dejan
por
lo que te roban
de
este corto paso sobre la tierra.
Tengo que reír con tu boca
despertar
las esperanzas rotas
descerrajar la caja de los truenos
tengo que soñar tus sueños
y
bailar en la mañana
húmeda
de rocío.
Tengo
que aguantar el embate
que
te arrastra en torbellinos
montar
en la espuma del viento
y
arrastrar conmigo tu memoria
Remontar
el vuelo cogida de tu mano
allá
donde el amor nos pertenece
cruzar
la puerta del olvido
y
amarrar el caos de tu cintura
Tengo
que vivir por ti
aunque
el corazón me duela
y
la esperanza me pese
Tengo
que vaciar el alma
y
en el hueco que me quede
abrigar
tu luz.
Si tengo tiempo,
si la vida me concede el privilegio,
te voy a enseñar a bailar sevillanas
a tocar las palmas,
a sentir en tu alma el rasgueo de una guitarra,
a descubrir el arte batiendo en los cuernos de la luna,
a batir las ancas,
a sentir el cimbreo de tu cintura,
a palpitar envuelta en el aire fragante,
madreselvas y claveles.
Si la vida me da la oportunidad
te voy a conducir a la tierra de mis abuelos,
arte tremolando en las venas,
noches preñadas de jazmín
cante y olor a hierbabuena,
en un sortilegio de plata y marfil.
Si la vida me concede el privilegio,
si me regala tiempo,
vas a sentir la zafra de tus caderas,
abonando la tierra.
Despiertan como pajarillos revoltosos
descubriendo la vida alrededor.
Vida que trepida en las venas, en la piel sonrosada
en la luz que irradian sus miradas
olivo y miel.
Ternura de voces tempranas.
Amanecen trinando como pajarillos,
briosos como corceles
blancos de luna.
Se descorre la cortina
del cielo
y el sol se asoma para
verlos pasar.
Vibran como
campanillas de azúcar
tintineando en voces de
cristal.
Despiertan y el mundo despierta con ellos
hecho magia y juego,
esperanzas y aventura.
Danzan y saltan en giros imposibles
revoloteando en su mundo ideal.
Nada estorba su sonrisa
de caramelo
ni el almíbar de sus
sueños.
Cuando mis niños
despiertan,
la vida ríe con ellos.
Avanzar en este incontenible río de la vida
sin dejarme arrastrar tomo impulso
y nado
a la velocidad de la corriente.
Avanzar por el camino sin límite ni freno
sin
importar los días que quedan atrás
fija
la vista en el punto de destino.
Avanzar
en una continua explosión
subiendo, día a día, peldaño a peldaño la escalera
que de nuevo me lleva al punto de partida.
Tanto
le quería el mar,
que
le acunó en sus brazos como a un niño dormido.
Tanto
le quería la luna,
que
prendida de su cintura, bailó con él sobre las olas de plata.
Tanto
amaba la existencia,
que
sucumbió en plenitud, vela y capitán en el bajel de su cuerpo.
Tanto
quería al mar,
que
se entregó sin reservas, jinete voraz sobre montañas de nácar.
El
mar le llamaba y él le respondía,
tendiendo
su verde mirada sobre las olas bravías.
Tanto
quería al mar, y el mar tanto le quería,
que una incipiente mañana,
en tributo agradecido le regaló su vida.
a mi padre
¿Se
habrán borrado, de las paredes, gritos e improperios?
¿Habrá
podido la pátina del tiempo despojar de necedades las estancias,
los
lamentos, las lágrimas, el desaliento que habitaron esta casa
fruto
del desamor y la mentira, de la indecisión, del miedo?
Acaso
el tiempo de la sinrazón desgarrado por el llanto colmó la copa del olvido,
perdieron
su vigencia los aullidos en silencio, la rabia, la aflicción...
los
malos sueños fueron expulsados por el viento libre que exorciza las paredes
por
la música trepidando en ondas, los sonidos armónicos, las voces de los
niños...
Se
renueva la casa relegado el tiempo de amargura y desconsuelo
y
vibra en la plenitud del ahora, despejado y cantarín.
El
amanecer limpio rebota en los cristales armonías
en
la estanqueidad de los paramentos que dibujan alboradas.
Limpias
las paredes de gritos e improperios, de absurdos y dolor
tremolan
libres y castas. Vírgenes de sentimientos, bailan,
abiertas
al futuro que alienta sonrisas
en
esta mañana blanca del mes de Julio.
Se me ha quedado tu olor impreso en la piel
aleteando en nubecillas fragantes
que incitan al encuentro.
Has dejado tu esencia
como un receptáculo de amor
en la tarde lluviosa y gris.
Aspiro con intensidad tu aroma
buceando en la ternura del recuerdo
que alienta sonrisas.
Cierro los ojos y dejo que tu espíritu
se apodere del cuarto
que hace unos instantes te contenía.
Siento el contacto de tu mano
la caricia de tu mirada
la luz de tu alma vertida
sobre mi cara.
Has dejado tu olor como el mejor de los presentes
junto a la calidez del abrazo
y
el susurro de tu voz.
En esta tarde lluviosa, convaleciente y festiva
en
la que has venido a visitarme,
embajador
de luz, repartiendo primaveras.
A Pedro
Os
regalo mi tiempo
lo
más preciado que tengo.
No se encuentra en ningún mercado
ni
se cambia por la más valiosa mercancía
ni
se subasta al mejor postor.
El
tiempo, ese espacio que nos es dado
cuando
la vida nos despierta
y
que usamos a nuestro libre albedrío.
Yo,
hoy, os regalo mi tiempo
lo
más preciado que tengo.
y
seguirán
después
de nosotros
imperturbables
al paso del tiempo
contemplando
desde su atalaya de siglos
la
corriente humana
que
llegas, pasa y desaparece.
Miro la imagen
rebotada
vertida
en
rostros superpuestos
cuerpos
difuminados en perfiles
desestructurados.
Años
reflejándome
en
la limpia luna de cristal
reflejo
objetivo de la realidad
el
espejo es el mismo
la
que cambia
soy
yo.
Eres la bendición del cielo que arropa mis horas.
A
tu lado no existe tormenta que pueda ocultar la luz del sol.
De
tu mano ningún vendaval exaltado rompe la ligazón que entrelaza nuestras almas
dispares.
Eres
la palabra justa y medida que aplaca estridencias.
Nada
como el calor que expandes en mi cerebro en armonía con la luz del universo.
Cálido
manto protector que avienta temblores e impulsa sonrisas.
Nadie
como tú para entender el alma y contagiarse del entusiasmo precoz que vuela en
algarada.
Nadie
como tú mi amor. Nadie
viviendas
de lujo en el centro de la ciudad.
Rompiendo el día desembarcan
aguerridos
guerreros del ladrillo
de
la llana y la paleta.
Dejan su calor de macho en celo impregnado
en
el cemento y evocan, con sus cantos,
humildes
hogares de piedra.
Despiertan el alba con sus gritos
y
ofrecen impíos y descarados sus culos a la luna
que
se balancea colgada en el amanecer blanquecino.
Residentes de extrarradio construyen para otros
lugares
de ensueño, viviendas de lujo
a
las que ellos nunca tendrán acceso.
Pasean su osadía por andamios y cornisas
y
de vez en cuando asoman la cara bruñida en intemperies
desde
el punto más alto del “Edificio Singular”
(Según rezan los carteles de venta)
Y extienden su mirada de águila recorriendo el panorama que se abre a sus pies
en lo alto de la colina metálica que emerge en punta de lanza hacia el cielo.
Paisaje,
que algún día, con suerte, quizás, contemplarán sus hijos.
(Piensan,
sueñan)
Maestros
artesanos, extraéis, con vuestro trabajo diario
la
miel que alimenta a la reina
mientras
los zánganos se aparean.
Tras vuestro paso, ignorado por muchos, perviven por siglos los resultados.
Artífices de sueños amasados con sudor.
Hoy, mi canto, es para vosotros, obreros de la construcción.
os
agitáis trémulas
impulsadas
por el tiempo.
estrenando con pudor
su verdor incipiente.
planeando en espirales
simulacro
de un gran vuelo.
Hojas en racimos
que
jugáis a estar cerca.
Hojas
secas.
Los hombres, hojas fugaces
desgajan la fruta dorada
del árbol de la vida.