Despiertan como pajarillos revoltosos
descubriendo la vida alrededor.
Vida que trepida en las venas, en la piel sonrosada
en la luz que irradian sus miradas
olivo y miel.
Ternura de voces tempranas.
Amanecen trinando como pajarillos,
briosos como corceles
blancos de luna.
Se descorre la cortina
del cielo
y el sol se asoma para
verlos pasar.
Vibran como
campanillas de azúcar
tintineando en voces de
cristal.
Despiertan y el mundo despierta con ellos
hecho magia y juego,
esperanzas y aventura.
Danzan y saltan en giros imposibles
revoloteando en su mundo ideal.
Nada estorba su sonrisa
de caramelo
ni el almíbar de sus
sueños.
Cuando mis niños
despiertan,
la vida ríe con ellos.