Miro la imagen
rebotada
vertida
en
rostros superpuestos
cuerpos
difuminados en perfiles
desestructurados.
Años
reflejándome
en
la limpia luna de cristal
reflejo
objetivo de la realidad
el
espejo es el mismo
la
que cambia
soy
yo.
Miro la imagen
rebotada
vertida
en
rostros superpuestos
cuerpos
difuminados en perfiles
desestructurados.
Años
reflejándome
en
la limpia luna de cristal
reflejo
objetivo de la realidad
el
espejo es el mismo
la
que cambia
soy
yo.
Eres la bendición del cielo que arropa mis horas.
A
tu lado no existe tormenta que pueda ocultar la luz del sol.
De
tu mano ningún vendaval exaltado rompe la ligazón que entrelaza nuestras almas
dispares.
Eres
la palabra justa y medida que aplaca estridencias.
Nada
como el calor que expandes en mi cerebro en armonía con la luz del universo.
Cálido
manto protector que avienta temblores e impulsa sonrisas.
Nadie
como tú para entender el alma y contagiarse del entusiasmo precoz que vuela en
algarada.
Nadie
como tú mi amor. Nadie
viviendas
de lujo en el centro de la ciudad.
Rompiendo el día desembarcan
aguerridos
guerreros del ladrillo
de
la llana y la paleta.
Dejan su calor de macho en celo impregnado
en
el cemento y evocan, con sus cantos,
humildes
hogares de piedra.
Despiertan el alba con sus gritos
y
ofrecen impíos y descarados sus culos a la luna
que
se balancea colgada en el amanecer blanquecino.
Residentes de extrarradio construyen para otros
lugares
de ensueño, viviendas de lujo
a
las que ellos nunca tendrán acceso.
Pasean su osadía por andamios y cornisas
y
de vez en cuando asoman la cara bruñida en intemperies
desde
el punto más alto del “Edificio Singular”
(Según rezan los carteles de venta)
Y extienden su mirada de águila recorriendo el panorama que se abre a sus pies
en lo alto de la colina metálica que emerge en punta de lanza hacia el cielo.
Paisaje,
que algún día, con suerte, quizás, contemplarán sus hijos.
(Piensan,
sueñan)
Maestros
artesanos, extraéis, con vuestro trabajo diario
la
miel que alimenta a la reina
mientras
los zánganos se aparean.
Tras vuestro paso, ignorado por muchos, perviven por siglos los resultados.
Artífices de sueños amasados con sudor.
Hoy, mi canto, es para vosotros, obreros de la construcción.
os
agitáis trémulas
impulsadas
por el tiempo.
estrenando con pudor
su verdor incipiente.
planeando en espirales
simulacro
de un gran vuelo.
Hojas en racimos
que
jugáis a estar cerca.
Hojas
secas.
Los hombres, hojas fugaces
desgajan la fruta dorada
del árbol de la vida.
canela y fuego
me levantaría veloz a plasmar en un papel lo que
siento.
Si no estuviera enganchada a tu cuerpo
hogar de terciopelo
buscaría a tientas el móvil para grabar mis pensamientos.
Si no estuviera fundida con tu alma
impulso y vuelo
correría al ordenador para dejar constancia de lo
que siento.
Si no estuviera prendida de tu cintura
refugio y anhelo
cabalgaría desiertos de luz para volar a tu encuentro.
Los
hombres juegan con un palo en las manos y lanzan bolas
que
se disparan como cohetes sobre el cielo azul
dejando
una ráfaga apenas perceptible en el éter.
Testosterona
latiendo en la vena que engorda por el esfuerzo.
En
realidad, juegan a ver quién la tiene más larga.
Los
hombres juegan a impulsar canoas con la fuerza de sus brazos
competencia
deportiva lo llaman en un alarde de egocentrismo.
Ellos
siempre juegan, como niños que proyectan su meada al viento
mirándose
de reojo para ver quién llega más lejos.
Cuestión
de hombría parece que es la cosa.
En
realidad, juegan a ver quién la tiene más larga.
Como si eso fuera lo importante.
observo
tus
suspiros arrancados al viento
la
respiración serena.
En
calma, tu cuerpo abandonado al vaivén de los sueños,
los
ojos inquietos abiertos como ventanas
reposan
ahora cerrados por las pestañas
cárcel
de tus pensamientos.
Las
manos olvidan el juego y lo pies
reposan
del movimiento.
Todo
acompaña tu sueño
Yo, dulcemente, te velo.
A Elvira
Faro
y vigía en la hondonada alta que ocupa mi casa.
Soy
la que aguarda.
La
que mantiene encendida la hoguera
la
que escruta, la que vela
la
que insomne deshoja las horas perdidas.
La
que anhelante destierra nubes de incertidumbre
la
que se obliga a continuar a pesar de la fatiga
la
que olfatea en el aire aromas marchitos.
la
que se estremece al sentir en el rostro su aliento
la
que percibe sus dedos de niebla acariciándome el pelo
la
que siente la fijeza de sus ojos sin mirada.
Elección
y destino enrollados en mi larga trenza blanca
contemplo
desde mi atalaya de asombro
la
despejada llanura donde se asienta mi casa.
Con
su hierro candente quién marca la propiedad de la carne inocente
quién
asigna el derrotero invisible de la existencia.
En qué simbiótica lotería se adjudica el número perdedor
qué
arrastra a la senda de los perdidos
de
los apátridas
de
los descastados
de
los excluidos
qué
dedo señala el rumbo a los sin sueños
a
los desheredados
a
los infelices
a
los enfermos
a
los invalidados
a
los parias
que
vagan
infinitos
por
la tierra.
cuando la juventud aprieta
bullendo en hormonas febriles
que el tiempo transcurre como un rayo.
Poder
Aprovechar el momento
en que la melena agitada y el gesto
casi altanero atrae todas las miradas.
Apreciar
que la supremacía se encierra en una
sonrisa
y el mundo baila al compás
de tus piernas bruñidas al sol.
Percibir
La plenitud del presente
al calor del deseo destilado
en el alambique de la pasión.
Descubrir
luces al alba en el albur de unos
brazos
con la certeza de que el mundo es nuestro
y el tiempo en infinito postula eternidad.
Conocer
que las horas nos pertenecen desde la
plataforma febril
años de gloria que abren los sentidos
y proyectan en vida lo caminos del
aire.
Sentir
al cien por cien cada segundo y vivir
cada etapa que cercena carencias y nos
da
amalgama de sueños el inmenso regalo de
la existencia.
Va por ti
muchacha que bates tu cabellera
segura de las miradas que voltearán la
cabeza
al ritmo de tus caderas.
Remolimos en la cabeza, remolinos que levantan
polvaredas de silencio.
Turbonadas espesas giran la danza del pensamiento.
repitiendo los esquemas.
Aprestan sus dardos las flechas que saltan ateridas hacia el velo del cerebro
La luna difumina el tapiz gris de la noche y un murciélago vuela en círculos
Asideros emboscados aparecen en destellos metálicos.
Hay que aferrarse a ellos y batir el cobre al ritmo del tam tam que urge al reposo,
escoger el rincón menos inhóspito y dejarme caer, hecha un ovillo,
al resguardo de los remolinos.
costurera de emociones
enhebro la aguja de la pasión
con el hilo de la angustia
y mezclo razón y sentimiento.
En un alarde de madurez
disocio palpitares y silencios
busco en el fragor de la batalla
arrimar el hombro
desterrar sus miedos
infundirles calma.
En la penumbra de la noche
hilvano las palabras
costurera de pasiones
amortiguo recelos
destierro miedos
infundo calma.
Si nos perdemos, nos perdemos juntos
a dos voces
con el mismo paso
aliento contra aliento
mano sobre mano
siguiéndonos las huellas
como lobos
aullando al unísono
en la noche sin estrellas.
Si me pierdo
será en tus brazos de cal y arena
zambullida
en la sal de tus mares
escondida
en la umbría de tu pecho
atrapada
en la enredadera
del tronco de tus brazos
destino voraz
que acuñó nuestro delirio
menta y carmín.
Si nos perdemos
nos perdemos juntos
para encontrarnos de nuevo
para deshacer las horas
envueltos en nosotros
envueltos en nosotros, mi amor
envueltos.
Vivimos cada día como si fuéramos eternos
millones de seres camino del matadero
inconscientes devoradores de momentos
que consumimos en una sucesión de hechos.
Nos creemos artífices de nuestro destino
soberbios fabricantes de espejos
que muestran lo que queremos ver.
Acumulamos falsas expectativas
en el espacio intemporal de la no existencia
contemplamos como ruedan las cabezas
abatidas por la cuchilla que no alcanza nuestra
yugular.
Todavía.
El absurdo comienza con el día cero de nuestra
supervivencia
y se expande en oleadas por el tubo angosto que
cercena la vida
estrangulando con su goteo lánguido de muerte sin
herida.
Nos acunamos los unos a los otros en las noches de
vigilia
cuando la verdad multiplica sombras y emponzoña
heridas.
Latidos salvajes socavan el tiempo dormido donde tenemos que estar
para confirmar esta lucha feroz, sin sentido.
Si abrimos los ojos o aguzamos el oído, el ser libre
que nos habita
saltará hacia el vacío para acabar con la sinrazón.
Apretado, cruel recorrido que marca nuestra eventualidad.
Seres, todos, los que habitamos la Tierra viajeros del desatino
en este transitar a oscuras ajenos a la sima que
bordea el precipicio.
Es lo que toca, no hay opción.
El único escondrijo es dejar de pensar
cerrar los ojos, cerrar los oídos,
zambullirnos en la inconsciencia
y seguir, seguir ajenos a la realidad,
que sí o sí
acaba y se funde en el mismo principio.
oculta entre paredes de sombras.
Percibo el deslizar de los minutos
repiqueteando en el tic tac de los relojes
que marcan espacios sin huellas
y abro los oídos al silencio
aturdida por la nada que acecha voraz.
Extiendo la mirada en busca del punto de apoyo
y encuentro la nebulosa
que convierte en bruma los pensamientos.
Todo se diluye en el contorno eléctrico
de la noche sin estrellas y me dejo,
dejo que me invada la niebla blanca
que aturde los sentidos.
En esta danza ajena
desovillan
las horas en labores cotidianas
ejecutando quehaceres
eficientes, mecánicas, leales.
que
mi cerebro no ordena.
Independientes de mí, se deslizan
enarbolando el lápiz sobre el papel
y plasman, en
palabras, lo que el alma oculta
fieles tejedoras del entramado
que sujeta mis días.