Donde
se quiebran las olas brota tu recuerdo
escondido
entre arenas y espuma blanca.
Cárcel
de tu alma el cuerpo varado
se
mece en un compás roto por la ausencia.
De
nuevo tu sonrisa asalta la memoria
buceando
en la profundidad de los años perdidos.
Hacia
qué océanos de luz batiste los brazos
caballo
de bruma y silencio.
Por
qué parajes de olvido desovillas tus sueños.
Me
llega tu perfil nítido contra el fondo de los valles.
Transitas
en calma las verdes praderas,
las
altas montañas, los senderos de la sierra.
El
morral al hombro, la sonrisa presta.
Instantáneas
que atesoran las neuronas.
Tu
caminar seguro, tu mirada serena,
tu
alma de niño, tu admiración. Mi tristeza.
Te
quedaste dormido, tirado en la arena
rompiendo
demasiado pronto tus lazos con la tierra.
Te
busco en tu nombre. Te grito en la naturaleza,
te
convoco en la noche para mitigar la pena.
La
que no dejo que brote, la que amarro a
mi pecho,
desoyendo
sus gritos sin bajar la cabeza.
Te
busco en los tintes sombríos por las
calles madrileñas
de
este Noviembre maldito donde todo me recuerda
el
instante en que te fuiste, delfín sobre
las olas,
prendido
en una pirueta. La final. La postrera.
A mi padre