En los albores del día empuñas las armas
y
partes a la contienda
corazón
y cerebro en punta de lanza,
vibra
en metálico la puerta tras tus pasos
como
clarín de bronce que alienta tu batalla,
enaltecido, te enfrentas, a la lucha discontinua
que
rompe esquemas,
y
haces honor a tu blasón esgrimiendo coraje y osadía
Dejas, en
incontables escaramuzas, la piel, en busca del triunfo.
Al finalizar la tarde, vuelves, abandonado de ti,
huella
esquiva en peldaños de madera.
Mañana será diferente.